Texto publicado en ARQA.com
13 de mayo de 2009
http://arqa.com/esc/colaboraciones/practicas-barriales-y-forma-urbana-en-la-boca.html
13 de mayo de 2009
http://arqa.com/esc/colaboraciones/practicas-barriales-y-forma-urbana-en-la-boca.html
En arquitectura, la palabra forma se aplica en dos sentidos, uno genérico estricto y otro intencional de la
voluntad de materializar algo que se percibe como informe. Bajo el segundo
concepto, la primera evocación de forma de La Boca fueron las representaciones
pictóricas románticas que han surgido como la intención de dar forma a los
pantanos y playas originales, cuya laxa delineación se terminaba de componer
con algún elemento vertical, como árboles autóctonos y/ o palos de barcos.
La materialización progresiva se fue dando con el asentamiento de las
primeras casas liberadas del Código más estricto de Buenos Aires, ya que La
Boca estaba separada físicamente del Centro por un gran espacio de tierra sin
fraccionar (los terrenos de los Brittain). Además, no se generó como
Barracas siguiendo una vía comercial, sino informalmente por las actividades
del puerto, lo que generó tendencias hacia estructuras urbanas fractales.
La traza era más bien un diseño
regulador, donde dominaron las formas de organización semi-rural de baja
densidad, con la trama abierta, incluyendo vivienda y huerta hasta avanzado el
SXVII. La vivienda se ubicaba indistintamente en el terreno, según el mejor
lugar de ubicación de la huerta y el gallinero. Aclaremos que, si bien los mapas antiguos delimitan las calles,
espacialmente la vivencia era muy distinta, ya que las calles eran de tierra y
conformaban un continuum con los terrenos baldíos y los arroyos. Es decir,
morfológicamente, la manzana, la cuadrícula que tanto intentamos reproducir por
su carácter de modelo primigenio, no existía en la práctica, sólo en los
planos.......
Las casetas dieron
paso a conventillos, con corredores tortuosos y patios, que ocupaban –ocupan-
corazones de manzana, con veredas en desnivel para cuidarse de las constantes
inundaciones. Recién en los
últimos años se ha intentado ¨rectificar¨ las formas en pro del saneamiento y
las artes del ¨buen construir¨. En este sentido, diremos que La Boca,
visto como sistema complejo, es autopoiético con las siguientes
características:
.- Autónomo, autoregenerativo en su original independencia con respecto a
la capital, autosuficiente en su propia red recursiva.
.- Operativamente cerrado, a través de la historia no requirió la intervención
externa para que el sistema produzca sus componentes, aún cuando existan
algunos puntos de apertura con sus entornos (ej. el puerto local de cabotaje
que significó durante varios años el puerto provincial).
.- Estructuralmente determinado, porque está capacitado para aplicar
invarianzas específicas a sus estados, específicamente a la forma compleja
mantenida a través de los años. Sus habitantes no han adoptado estructuras
ajenas a la identidad barrial (ej. Oposición a los proyectos de Casa Amarilla),
ya que mediante sus propias operaciones –autoproducción- producen sus propios
elementos, afianzados con las resoluciones de las juntas barriales. Sin
embargo, este desempeño no significa que el sistema sea insensible al entorno,
sino que permanentemente desarrollará operaciones selectivas que le ayudarán a
reorganizar sus recursos y modificar sus estructuras, hasta ahora, y a pesar de
las propuestas de los planificadores, dentro del mismo modelo morfológico.
Los ejemplos de prácticas del habitar, citados a continuación, serán una
buena ilustración del comportamiento del sistema autopoiético.
Un proceso significativo y que también nos desvía de las formas originales
es la gentrificación de La Boca. El término alude a la recuperación de las
áreas residenciales centrales y a su resurgimiento comercial, que generalmente
acompaña procesos de aumento de valor de las propiedades, expulsándose así las
familias pobres. Esto acarrea la transformación del espacio construído y la
aparición de nuevos habitantes, como los
turistas, y los nuevos temas de diseño como museos, bares, galerías de arte,
negocios de regalos, que no guardan relación con las construcciones originales.
Los integrantes de las
organizaciones barriales, los vecinos en general, se confrontan en consecuencia,
en dos facciones básicas que disputan los nuevos usos y fisonomía de los viejos
lugares: preservacionismo y progresismo. La primera postura, apela a respetar
la historia rigurosamente y subordina la introducción de cualquier uso nuevo
que atente contra la identidad. La segunda postura, más positiva y flexible a
los criterios de intervención urbana, aspira al desarrollo comercial y
turístico.
Los preservacionistas incorporan cuestiones sociales en su discurso y
reconocen a las familias de bajos recursos como gran parte de La Boca y
entienden que los más carenciados no pueden ir a los
restaurantes destinados a turistas.
Por el contrario, los progresistas pretenden mejoras en la calidad de vida
y restauraciones largamente soñadas, independientemente de a quién están
destinadas. Por ejemplo, las obras de defensa costera, mitigan las inundaciones
y eso es lo que les importa, no el resultado final del paisaje.
Un proceso significativo y que también nos desvía de las formas originales
es la gentrificación de La Boca. El término alude a la recuperación de las
áreas residenciales centrales y a su resurgimiento comercial, que generalmente
acompaña procesos de aumento de valor de las propiedades, expulsándose así las
familias pobres. Esto acarrea la transformación del espacio construído y la
aparición de nuevos habitantes, como los
turistas, y los nuevos temas de diseño como museos, bares, galerías de arte,
negocios de regalos, que no guardan relación con las construcciones originales.
Los integrantes de las
organizaciones barriales, los vecinos en general, se confrontan en consecuencia,
en dos facciones básicas que disputan los nuevos usos y fisonomía de los viejos
lugares: preservacionismo y progresismo. La primera postura, apela a respetar
la historia rigurosamente y subordina la introducción de cualquier uso nuevo
que atente contra la identidad. La segunda postura, más positiva y flexible a
los criterios de intervención urbana, aspira al desarrollo comercial y
turístico.
Los preservacionistas incorporan cuestiones sociales en su discurso y
reconocen a las familias de bajos recursos como gran parte de La Boca y
entienden que los más carenciados no pueden ir a los
restaurantes destinados a turistas.
Por el contrario, los progresistas pretenden mejoras en la calidad de vida
y restauraciones largamente soñadas, independientemente de a quién están
destinadas. Por ejemplo, las obras de defensa costera, mitigan las inundaciones
y eso es lo que les importa, no el resultado final del paisaje.
Boca, de esa forma se cumpliría con tres metas: una mayor oferta de
viviendas, producción de trabajo y recomposición del lastimado tejido urbano
del barrio.
¨Como opción al intento gubernamental, los vecinos
–muchos de ellos representantes de asociaciones barriales– plantearon que, con
igual inversión que la prevista para el proyecto oficial, se levante la misma
cantidad de techos pero diversificados a lo largo y ancho de toda “La Boca del
Riachuelo”, como les gusta llamar al barrio. Están convencidos de que así se
evitaría dañar con un edificio gigante la fisonomía de la zona y además se facilitaría la socialización de
los nuevos vecinos que ocuparían las casas con los habitantes actuales¨. (Martínez Ruhl, en Página 12, Enero 2007)
La ayuda técnica que diera sustento al proyecto la brindó la Universidad de
Morón, una de cuyas cátedras se ofreció para realizar un estudio ambiental y de
sustentabilidad que apoya y completa el plan de construcción pensado por los
vecinos.
A principios del 2007, la Legislatura convirtió el proyecto en ley. La
flamante ley declara en emergencia urbanística y ambiental “en lo que hace a la
vivienda, servicios, equipamiento, espacios verdes y de actividades productivas
al sector delimitado por las avenidas Regimiento de Patricios, Martín García,
Paseo Colón, Brasil y Pedro de Mendoza”, es decir, todo el barrio de La Boca.
(Martínez Ruhl, en Página 12, Enero 2007)
Este hecho comentado por Martínez Ruhl es sumamente importante, y demuestra
que la morfología urbana de La Boca, incomprendida por el gobierno de la Ciudad
de Buenos Aires, ha sido interpretada inconscientemente por sus vecinos, como
producto de su cultura y vivencias. Como barrio –ciudad-, la Boca se desarrolló como un sistema vivo que
mantuvo continuos cambios estructurales internos generados por sus
interacciones con el medio en el que actúa como totalidad, consecuentemente
nada ajeno al sistema puede determinar las evoluciones estructurales de la
forma.
A pesar del
ámbito multicultural, vemos aquí una transversalidad que es una constante en
nuestra existencia histórica y sobrepasa los límites del barrio. Estas
consideraciones implican un cambio de los paradigmas tradicionales de la
planificación urbana, produciendo una evolución en los modelos de análisis de
morfología urbana: toda propuesta de mejora del asentamiento podría ser
posible, en tanto no se vulnere el conjunto de indicadores urbano-ambientales,
ni la identidad del barrio-pueblo-ciudad en cuestión.
Todas las fotos, excepto por la primera imagen del Riachuelo pertenecen a Myriam Mahiques
REFERENCIAS.
Aslan, L. , Joselevich I., G. Novoa, D. Saiegh,
A. Santaló, Buenos Aires La Boca 1885-1970, Inventario de Patrimonio Urbano,
SICYT, UBA, Buenos Aires,1990
Boletín Informativo Techint. La Boca.
Identificación de proyectos para su puesta en valor. Buenos Aires. No 249,
septiembre-octubre 1987.
Bucich, Antonio. Cuadernos de
Buenos Aires VII, “El Barrio de La Boca. La Boca del Riachuelo desde Pedro de
Mendoza hasta las postrimerías del siglo XIX”. Municipalidad de Buenos Aires,
1970
Clementi, Hebe. Protagonistas de La Boca...un
pueblo. Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires. 2000
Herzer, Hilda. Di Virgilio, Mercedes.
Lanceta, Máximo. Martínez, Lucas. Redondo, Andrea. Rodríguez, Carla. El Proceso
de Renovación Urbana en La Boca: Organizaciones Barriales entre Nuevos Usos y
Viejos Lugares. En HAOL (Historia Actual on Line), Núm. 16, 41-62. 15
de Junio de 2008.
http://www.historia-actual.com/HAO/Volumes/Volume1/Issue16/esp/v1i16c5.pdf
La Nación. Información General. ¨Vientos de
cambio soplan sobre el dañado paisaje de La Boca¨. Publicado en edición impresa
y on line. 6 de octubre 1997.
López Salón, Mariángeles. ¨Los conventillos de La Boca ya no serán de
chapa¨. En La Nación on line. 16 de Agosto de 1998
Martínez Ruhl, Eugenio. ¨La Boca, diseñada por sus vecinos¨. En Página 12. 13 de Enero de 2007.
Páez, Jorge. El Conventillo.
Colección Grandes Exitos. Centro Editor de América Latina. Buenos Aires, 1976
Planos de Buenos Aires Siglos XVIII, XIX y XX. Museo Histórico de la Ciudad
y Biblioteca de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo.
Silvestri, Graciela. El color del río.
Colección Las ciudades y las ideas. Universidad Nacional de Quilmes. Buenos
Aires, 2003
Suárez, Francisco M. Con el corazón en la boca.
Las metáforas de una inundación. En Desbordes, Inundaciones y Diluvios.
Desastres y Sociedad. No3. Año 2. Universidad de Buenos Aires.